La principal actividad económica del pueblo otomí se basa en el cultivo de maíz, frijol, haba, trigo y avena; así mismo, del maguey, el cual tiene doble propósito como delimitador de los terrenos de la viviendas indígenas y extracción del aguamiel para producir pulque.
La ganadería y la avicultura son actividades secundarias, pues se practican a nivel de tras patio y solamente cuentan con pequeños hatos de ovejas y cabras; engorda de cerdos, cría de gallinas y guajolotes.
La economía familiar se complementa con la elaboración de artesanías la cual ha sido una práctica ancestral entre los otomíes, quienes a través de las formas, figuras y colores plasman y transmiten su visión de la naturaleza, vida cotidiana, cosmos y sentimientos, constituyendo una parte importante de su cultura e identidad étnica.
La gama artesanal es variada, así como los materiales: tapetes de lana anudados a mano, metates y molcajetes de piedra negra, ollas, jarros, cazuelas, comales, sahumerios y candeleros de barro, sombreros y bolsas de paja y popotillo, canastas de mimbre y tejidos de lana como chincuetes, fajas, sarapes, gabanes y colchas.
Desafortunadamente, las artesanías que en su mayoría son productos o prendas únicas y originales, en las cuales invierten algún tiempo considerable dado que son confeccionadas a mano, son subvaloradas y pagadas por debajo de su precio real.
En las temporadas "libres" del ciclo agrícola, los hombres y mujeres otomíes emigran hacia las zonas metropolitanas de las ciudades de Toluca y México, con el propósito de emplearse en el sector secundario o terciario de la economía, a fin de complementar sus ingresos. Las mujeres generalmente se emplean como trabajadoras domésticas y los hombres en el comercio informal o en labores de la industria de la construcción.